A todos nos toca de manera inevitable y es algo que pocas veces nos atrevemos a anticiparnos y hablar de cuan cómodos o incómodos nos sentimos con el tema del duelo.
Decidí escribir este artículo a raíz de la pérdida de alguien cercano a quien veo sufrir y no poder procesar el cambio que ha dado su vida en fracciones de segundos, y que tan pronto supe la triste noticia me dejo frisada por muy buena parte del día y me obligaba a cada minutos de desparpajo ponerme en su piel y preguntarme como estaría yo si fuese mi caso. El resultado es un mar de lagrimas incontrolables… siempre ha sabido que soy una persona con capacidad de aguante mínimo para abordar este tema (pues me cuesta ir a funerales, entierros y todo lo que tenga que ver con eso), razón por la cual en este articulo, estaremos hablando del duelo.
El duelo no es más que todo lo que vives y sientes al perder algo que atesoras, un ser querido, empleo, mascota, relación, pareja. Es la adaptación emocional seguida de la respuesta física a ese dolor, como influye en la conducta de quien lo sufre y como aplica su la filosofía de vida a su situación.
Es un tema muy estudiado a lo largo de la historia, siendo concluyentes los primeros padecimientos que se presentan como son: problemas para concentrarse, para dormir, pérdida de apetito, desorientación y dificultad para coordinar o tomar decisiones.
Dentro de los primeros sentimientos esta la negación, como mecanismo de defensa al dolor que se siente. Todas las emociones a flor de piel con sensaciones negativas generan confusión y derivan en el pensamiento de que no hizo o que pudo haber hecho y su realidad termina distorsionada.
Luego les siguen la impotencia y rabia, sentir que es injusto que esté pasando por esa pena y de repente se encuentra culpándose a si misma por lo que no hizo nuevamente o todo los planes que quedaron pendientes.
Esta etapa es muy delicada, si no es atendida adecuadamente puede desembocar en la depresión. Es sumamente importante que el doliente entienda que es normal y saludable sentirse mal, sentir dolor y que solo así logrará sanar y avanzar para que la tristeza se vaya cuando menos se lo espera.
Es entonces cuando llega la aceptación, se nota la ausencia, se empieza a asimilar que ya no regresará, con esa verdad de frente se empieza a pensar como seguir y qué hacer. Aquí debe empezar los cambios en la rutina del día a día, mantener la mente ocupada con otras cosas y entender que debe seguir viviendo y tiene derecho a ello. Para ello dejamos algunas recomendaciones:
- Vive el duelo y deja fluir el proceso, retrasarlo o negarlo solo prolongará el proceso de sanación. No hagas cambios importantes de inmediato, toma el tiempo que necesites.
- Busca ayuda y apoyo psicológico.
- Cuida tu salud, la alimentación, ejercicio y descanso
- Habla con tus parientes y amigos sobre lo que sientes
- Participar en grupos de apoyo
- Recuerda que junto a ti hay más personas sufriendo ya sea por la pérdida o por ver sufrir a alguien que quiere.
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