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Viviendo la fiebre coreana: volumen I, KPop

Cuando estás haciendo algo que te gusta inmediatamente tu estado de ánimo cambia. Puede ser escuchando música, viendo una película, compartiendo con seres queridos, amigos o simplemente trabajando lo que te gusta. 

Desde hace unas décadas de manera tímida y, en los últimos años de una forma exponencial, hemos visto reflejado esto con la fiebre coreana, ya sea por el KPop & KDramas o KFood entre otros, ha tomado un auge y popularidad increíble.

En el caso de la música que es un lenguaje universal, el KPop ha traspasado barreras fronterizas, culturales y de idiomas. Es solo energía y la emoción que te transmite. 

El movimiento inicia en el año 1992 con el debut de Seo Taiji & Boys, un grupo de hip hop con una estética y su clara influencia extranjera de varios estilos musicales, mezclados con unas coreografías muy particulares, surge toda una polémica pues apenas unos cinco años antes se habían celebrado las primeras elecciones democráticas en ese país tras la aprobación de la Constitución en 1987. Sin embargo, el éxito fue rotundo entre las nuevas generaciones deseosas de conectar con el mundo exterior. 

Previamente, Corea estuvo ocupada por Japón y para su cultura tradicional esto era deshonroso e individualista, nada que ver con sus ideales de templanza y comportamiento correcto. Así que esta liberación se dio de muchas formas para los habitantes coreanos. 

Hoy día, la fiebre del KPop o pop coreano, es un hecho y es que este es un género   logra sobresalir de otros no solo por el ritmo sino también por toda la producción detrás de ellos con los videos, la moda y el maquillaje. Esto ha llevado al género a encabezar las listas de reproducciones y visualizaciones de diferentes plataformas de streaming tanto pagas como gratuitas. 

 ¿Cómo pudo romper las barreras culturales?  

Con su liberación en los 90´s y la ayuda de Internet fuimos arropados por un extrovertido PSY con su Gangnam Style y Gentleman, hasta hoy día con las espectaculares BlackPink y el fenómeno de masas BTS que nos han puesto a bailar y cantar sus canciones y a tratar de imitar sus coreografías (si, lo confieso, me sé la coreografía de Dynamite)

Y es que, a tantos kilómetros de distancia, el fenómeno del KPop es en una forma de vida para muchos adolescentes, niños y hasta adultos, incluyéndome. Su alegría, ritmo, colorido y energía son super vibrantes y ¿quién no quiere alegría en estos tiempos?

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